Abstract
La edición y promoción de producciones académicas y científicas no se desprende estrictamente de las necesidades de las universidades por responder a normas y estándares de evaluación, sino que tienen que ver con la incitación al diálogo ¿Para qué sirve la construcción de conocimiento si no es para interpelar a un otro? ¿Qué finalidad tendrían nuestros escritos si no colaboran con la consolidación de un campo de saber más amplio?
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